Se espera que el nuevo Primer Ministro reduzca sus objetivos presupuestarios para controlar la inflación.
TOKIO – Se espera que el recién elegido primer ministro japonés, Sanae Takaichi, reduzca su plan inicial de impulsar la demanda a través de un gasto fiscal agresivo para evitar un posible aumento de la inflación.
Takaichi ha sido un firme defensor de la "Abenomics", una combinación de gasto gubernamental y estímulo monetario impulsada por el ex primer ministro Shinzo Abe, pero se ha comprometido a desarrollar su política económica como parte de la coalición del gobernante Partido Liberal Democrático con el Partido de Innovación de Japón.
La promesa del JIP de impulsar el crecimiento a través de reformas regulatorias y mejorar las finanzas públicas mediante recortes del gasto "reducirá las ambiciones (políticas) de Takaichi", dijo Takahide Kiuchi, economista ejecutivo del Instituto de Investigación Nomura.
Los analistas políticos dicen que la preferencia de Takaichi por una política fiscal expansiva también podría ser cuestionada en las conversaciones con los principales líderes de su partido, como el vicepresidente del PLD, Taro Aso, y el secretario general Shunichi Suzuki, quienes se desempeñaron como ministros de finanzas y creen que la disciplina fiscal es vital.
Antes de las elecciones de liderazgo del PLD a principios de octubre, Takaichi afirmó que Japón podría aumentar la emisión de bonos gubernamentales para cubrir el déficit con el fin de implementar medidas económicas, priorizando el crecimiento sobre la mejora de su salud fiscal, la peor entre las economías desarrolladas. Para 2023, la ratio deuda/PIB de Japón se situó en el 240%.
Takaichi también quiere que el Banco de Japón se abstenga de aumentar las tasas de interés, una medida que va en contra de los recientes esfuerzos del banco central por revertir sus medidas de flexibilización en un esfuerzo por alcanzar una tasa más neutral.
Algunos economistas creen que las creencias del nuevo primer ministro pueden estar demasiado arraigadas en la administración Abe, que tomó decisiones políticas que priorizaron poner fin a años de deflación crónica.
En cambio, Takaichi llegó al poder en un momento en que Japón enfrenta el desafío de la inflación, con el índice de precios al consumidor muy por encima del objetivo del 2% del BoJ durante más de tres años.
Un estímulo fiscal y monetario adicional impulsará la demanda y debilitará aún más el yen, acelerando la inflación a través de un consumo más fuerte y mayores costos de importación, dijo Hideo Kumano, economista jefe del Dai-ichi Life Research Institute.
"El gobierno podría enfrentarse al dilema de tener que gastar cada vez más para contener el aumento de los precios", dijo Kumano.
Japón experimentó su quinto trimestre consecutivo de crecimiento entre abril y junio, pero los economistas dicen que el aumento de los precios y los aranceles estadounidenses amenazan con reducir el gasto del consumidor y las ganancias corporativas.
El aumento del coste de la vida sigue siendo un gran desafío. Los analistas políticos afirman que este problema fue un factor clave en el pobre desempeño del PLD en las elecciones nacionales de julio, lo que provocó la dimisión del predecesor de Takaichi, Shigeru Ishiba.
Takaichi se comprometió a implementar créditos fiscales y pagos en efectivo y a lanzar más proyectos de obras públicas a través del gasto fiscal activo para permitir que la economía crezca de manera constante.
Pero, tras aliarse con el JIP, que busca el crecimiento mediante reformas en lugar de gasto, queda por ver si Takaichi tendrá que cambiar de rumbo. No obstante, recientemente reiteró su compromiso con un gasto proactivo y responsable.
"Como persona encargada de dirigir el gobierno, ya no podrá apegarse a su propia ideología o voluntad, sino que tendrá que desempeñar un papel de equilibrio", dijo Nobuyasu Atago, economista jefe del Instituto de Investigación Económica Rakuten Securities.
Los economistas afirman que las políticas económicas de Takaichi se centran principalmente en la demanda. Sin embargo, debe abordar simultáneamente las limitaciones de la oferta y el bajo gasto del consumidor.
Si no se aborda la escasez de oferta, incluso si el consumo repunta, solo empeorará la inflación, dicen algunos economistas, mientras que otros señalan que una demanda robusta podría impulsar la inversión.

