Aunque es una pregunta difícil porque Japón tiene muchísimas cosas espectaculares, sin duda nos fascinaron los jardines y lo bien cuidadas que están las plantas en general. El Jardín Kenrokuen de Kanazawa es simplemente impresionante, una belleza.
La cantidad de gente que hay empleada en los museos, en las obras, en las calles para señalizar, etc. Por ejemplo, en España lo normal es ver a una persona regulando el tráfico si hay alguna avería momentánea, alguna obra, etc. allí lo normal era ver a 3 o 4 personas, incluso para el trabajo más "simple" o que menos personal requiriese.
Los recreativos de Tokio. Esperábamos que fueran como algo de otro planeta, con luces, sonidos, llenos de gente, máquinas infinitas donde jugar a juegos desconocidos, etc. y en verdad resultaron ser sitios donde la gente va sola, con música muy alta que pasa sin pena ni gloria y con los típicos juegos que todos conocemos.
Gente muy cívica, ordenada, respetuosa y racional. Quizá este último punto rozando el límite de la deshumanización, sobre todo en Tokio con las idas y venidas de los trabajadores, todos vestidos igual, cabizbajos, andando rápido de un sitio a otro y sin (apenas) hablar con nadie... Nos recordaron a los "hombres de gris" de Momo.
No, salvando el hecho de que no entendíamos los kanjis, de que ninguno de los dos hablamos japonés y de que en Japón no hablan español y apenas hablan inglés. Fue "reconfortante" llegar al aeropuerto de Londres donde hacíamos escala y entender los carteles (ya ni te cuento en Barajas xD), pero la verdad es que durante el viaje nos hicimos entender, hicieron por entendernos y entre todos pudimos "comunicarnos" sin problema. Además, en todos los métodos de transporte los nombres están escritos en romaji así que si sabes a dónde tienes que ir, es pan comido.
No, al contrario, fueron serviciales con nosotros aunque no podemos decir cómo se comportan con otros grupos raciales ni lo que opinaban de nosotros. Imagino que habrá japoneses muy racistas y otros que no lo sean en absoluto y toda una escala de grises entre medias.
Esperábamos encontrarnos con una ciudad futurista, propia de cualquier novela postapocalíptica, con gente rara por sus calles y con más luz de noche que de día y en parte fue lo que vimos.
Aunque no nos cruzamos con ningún Otaku ni con gente excesivamente friki (hemos visto personas más raras en Londres) y la verdad fue un poco decepcionante, no por el hecho de no verlos sino porque nos han vendido la idea de que los japoneses son así. Estereotipos, como los españoles, las guitarras y las sevillanas. Pero lo que no esperábamos encontrarnos era con una metrópoli tan grande, tan limpia (y más teniendo en cuenta la población que tiene) y tan llena de contrastes, no solo entre los distritos más conocidos y turísticos sino entre la propia ciudad ultramoderna y los templos y jardines que te encuentras en toda la ciudad. ¿El yin y el yan?
Ah, eso sí, el famoso paso de cebra de Shibuya nos pareció bastante pequeño, ¡las fotos engañan!
Ninguno. Sabiendo los destinos y con Hyperdia, nos movimos sin problemas por Japón, tanto dentro de las propias ciudades como a la hora de viajar de un lugar a otro, ya fuera en metro, tren o autobús. Además, el servicio de transporte público es superefectivo y rápido, un 10 en ese sentido.
Que contrate un wifi portátil (o algún otro sistema de conexión a Internet, es muy útil estar conectado a la hora de moverse por un país como Japón donde el idioma puede ser un obstáculo) y que lleve el viaje más o menos organizado para poder aprovechar al 100% el tiempo que pase allí. Y que pruebe la gastronomía de la zona, para comer comida occidental (o peor aún, comida rápida occidental), mejor quedarse en casa 😝.