Japón aspira a desarrollar la fotosíntesis artificial productora de energía para 2040
Tokio – Japón ha elaborado un plan para desarrollar tecnología de fotosíntesis artificial para 2040, con el objetivo de convertir el dióxido de carbono en combustible, como parte de sus esfuerzos de descarbonización.
Mientras el gobierno se esfuerza por minimizar las emisiones de CO2 para lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050, también espera utilizar el CO2 como un "recurso", junto con el agua y la luz solar, para generar energía a través de tecnología de próxima generación que imite la fotosíntesis natural.
La fotosíntesis artificial implica dos procesos clave: la división del agua y el CO2 mediante electricidad y la inducción de reacciones químicas con luz, aunque la tecnología aún no está probada a gran escala.
Según la hoja de ruta elaborada a principios de septiembre, el Ministerio de Medio Ambiente planea seguir desarrollando la tecnología durante los próximos cinco años y se espera que el proceso de separación del agua y el CO2 se complete en 2030.
El CO2 obtenido en el proceso se puede utilizar como combustible de aviación y como materia prima para productos químicos.
“La fotosíntesis artificial es un pilar para construir una sociedad descarbonizada, que creará nuevas industrias aprovechando las tecnologías japonesas e impulsará la competitividad internacional”, dijo el ministro de Medio Ambiente, Keiichiro Asao, en una conferencia de prensa después de que se publicara la hoja de ruta.
El Ministerio dijo que el gobierno pretende lograr la producción en masa de materiales químicos utilizando fotosíntesis artificial para 2040, al tiempo que mejora la eficiencia y reduce los costos para facilitar una adopción más amplia.
El ministerio está solicitando 800 millones de yenes (5,4 millones de dólares) en su solicitud de presupuesto para el próximo año fiscal que comienza en abril para apoyar la iniciativa.
Pero como los procesos involucrados en la fotosíntesis artificial todavía están en la etapa de investigación, Japón debe demostrar que la baja eficiencia de conversión y los altos costos pueden superarse para que la tecnología sea un negocio que valga la pena.

